Socialmente, los años veinte fueron años "felices", años locos, "la década del jazz "como la denominó el escritor norteamericano Scott Fitzgerald por el éxito de músicos como King Oliver, Duke Ellington y Louis Armstrong; los años del tango y del charlestón, del deporte y del cine, de los night-clubs y cabarets, de Josephine Baker y Maurice Chevalier. Las implicaciones de aquel cambio eran, con todo, muy significativas y en cierta medida, trascendentes.
La música se convierte en un bien de consumo inmediato, festivo, proceso al que ayuda la invención de elementos de transmisión como la radio, el fonógrafo o el cine musical.
Jazz, boogie-boogie, charleston, foxtrot... son nuevas maneras de entender la música y el baile. Sus apariciones se suceden, en un intento desenfrenado por mostrar una alegría de vivir que parece contagiosa, donde lo frívolo y lo festivo ocupan un lugar de primer orden. El papel de la mujer en los bailes acentúa su sensualidad, reforzada con ropajes más ajustados, maquillajes exagerados, el uso de pantalones y el cigarrillo entre los labios. El cine creó también muy rápidamente su propia leyenda, asociada a los nombres de las grandes estrellas de las producciones norteamericanas. Los años veinte fueron los años del cine mudo. Rodolfo Valentino y Douglas Fairbanks crearon los primeros arquetipos cinematográficos del héroe romántico. Charles Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd, Stan Laurel y Oliver Hardy produjeron obras maestras del cine cómico. La invención del cine sonoro (1927) reforzó aún más el éxito social de la nueva industria.
Las mujeres recibieron el voto en Gran Bretaña y en Alemania en 1918 y en Estados Unidos en 1920.
En Inglaterra, las mujeres representaban ya en 1925-26 el 30 por 100 del total de estudiantes universitarios (20.899 varones; 8.376 mujeres). Su presencia en la vida pública se hizo cada vez más frecuente. En 1918, Nancy Astor llegó al Parlamento, la primera mujer en conseguirlo en la historia británica. En Estados Unidos hubo ya en los años veinte mujeres que accedieron al cargo de gobernador de Estado.
Hacia los años 20, como reflejo de los cambios que originó la primera guerra mundial en la situación de la mujer europea, algunos sectores femeninos minoritarios de la elite local y de sectores medios que tenían oportunidad de viajar, de leer, y de estar en contacto con publicaciones europeas, adoptaron actitudes y comportamientos que reñían con el ideal virginal y ascético de mujer. La sofisticación en el vestir, el afán de lujo, el flirt, la coquetería, los deportes, las inquietudes intelectuales y artísticas de este segmento social, frecuentemente encontraron resistencias, censuras y burlas tanto de la prensa católica como de sectores tradicionales, más que todo masculinos, de la sociedad.